En el día de ayer, la inmensa mayoría de las personas que día a día cumplimos con nuestro cometido en la Administración de Justicia, y muy especialmente los que trabajamos en el Juzgado Central de Instrucción número Cinco de la Audiencia Nacional, sentimos de nuevo esa sensación, que provocó un gran vacío y sobre todo una gran frustración. Habían golpeado muy duramente a "uno de los nuestros".
Normalmente, los seres humanos acogemos en nuestro interior a lo largo de nuestra vida a una serie de personas a quienes consideramos un referente, alguien a quien, ya sea por los éxitos en el arte, en la ciencia, en el deporte... en fin, en la vida misma, consideramos conveniente llegar a parecernos y en no pocas ocasiones, seguimos su modelo o su trayectoria profesional.
Baltasar Garzón ha sido, es y será para nosotros, ese referente y la cabeza más visible de una forma de hacer justicia, pero JUSTICIA con mayúsculas. Nadie como él ha sabido sintetizar con su trabajo y dedicación lo que para nosotros, y entendemos que para la mayoría de los españoles, debe ser la función de un juez.
Como titular del Juzgado al que pertenecemos, ha marcado una impronta y ha desarrollado a lo largo de sus 23 años en la Audiencia Nacional una manera de trabajar que ya están presentes para siempre en aquellos que hemos tenido el privilegio y el orgullo de trabajar con él y que seguramente nos acompañará toda la vida. Dentro de unos años, quizá será un motivo de envidia en unos y de admiración en otros, contar que durante un período de tiempo trabajamos con Baltasar Garzón.
No vamos a relatar aquí los grandes logros, ya suficientemente conocidos por los ciudadanos que, incluso a nivel internacional, se han conseguido por la tenacidad y la valentía de Baltasar Garzón, pero debemos considerarnos verdaderamente unos privilegiados, ya que hemos tenido la suerte de haber contribuido con nuestra pequeña colaboración en hacer la vida de los españoles, e incluso de otros ciudadanos del mundo, un poco más llena de confianza y de fe en el Estado de Derecho y en la JUSTICIA.
Hoy, creemos firmemente que la sociedad española ha perdido a uno de los más grandes defensores de ese Estado de Derecho y hemos comprobado con verdadero estupor como esa persona por la que sentimos un sincero aprecio y una enorme admiración ha sido arrojada hacia la más grande de las miserias. Sentimos una pena inmensa y una desazón difíciles de sintetizar en unas pocas líneas y nos parece como si nos faltase algo. Lo peor de todo es que desgraciadamente ese algo ya nunca volverá. Fue en efecto un día muy triste para la JUSTICIA.
Los Funcionarios del Juzgado Central de Instrucción Número Cinco
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